Gran parte de Santa Fe, como todos sabrán, nuevamente paso por otra tremenda catástrofe hídrica. Penosa tragedia que volvió sin aviso previo. La mayoría de la gente no había terminado de superar el episodio aquella ves en el 2003, no había terminado de recuperar su estabilidad síquica, sus muebles, sus gastos, su casa, que volvió a perder todo devuelta.
Quizás por circunstancias distintas a las del 2003, quizás por la falta del hombre o quizás por el simple castigo de la naturaleza, Santa Fe y todos sus alrededores estuvieron bajo agua. Sin ir más lejos mí propio pueblo, por primera vez, sintió el sabor amargo de la misma experiencia.
La gente de mi pueblo no tenia la misma mirada, en las calles no había chicos jugando, algunos de los animales no estaban en su habitad natural y otros no soportaron el agua. El olor y las enfermedades se sentían en el ambiente. El gris de las calles, el verde de los jardines y las plazas se transformaron en un solo color. Rutas cortadas, canales desbordados, bombas funcionando las 24 horas, incomunicación completa con el resto de la vida social. Bomberos que trabajaron incansablemente, consultorios de pediatría ambulantes, camionetas evacuando gente y rescatando lo que se podía.
Es el día de hoy que superficialmente se percibe una mejora. El agua ya no esta pero las perdidas son tremendas, la gente ya no es la misma, en cada uno hay una angustia que tardara en irse. El agua se llevo muchas de las ilusiones y los esfuerzos de la gente, no obstante, nadie esta rendido, nadie cayó por completo.
Todos volvimos a empezar.