
Por un momento creí haber aprendido. Verdaderamente aprendí, sin embargo no lo logro poner en práctica. Me resulta difícil entender que para algunos sea fácil y para otros imposibles. Cuesta horrores resignarme a pensar que la tristeza de algunos sea la felicidad de otros. Lamentablemente no encuentro justificación alguna para creer otra cosa.
Por un momento creí que tus palabras eran verdaderas, finalmente la mentira y el desencuentro se impusieron y lograron ganar la esta batalla por trigésima ves. No sé que paso, sin darme cuenta mi amor y todas las ganas de intentarlo devuelta se encontraron luchando contra la humillación, la burla, la tristeza, la bronca, la cobardía y la mentira. Todo este gran ejército estaba comandado por la hipocresía. Sin embargo, éste no es un cuento como todos los otros que tienen un final feliz, todo lo contrario… me volviste a matar sin piedad. Nuevamente caí en el pozo del que creía haber salido y no hubo justificaciones ni respuestas. Notablemente no tengo solución, no hay remedios para esta enfermedad, por esto te pido humildemente un favor que consiste en olvido y si es necesario lastima para que esto no me vuelva a ocurrir. Es que con mucho dolor me doy cuenta de que elegí a la persona equivocada para proteger, entender, valorar… simplemente para amar. Nada de esto por lo visto fue suficiente y no me avergüenzo de decirlo porque siempre fue incondicional. Enterate que lo único que pretendí fue tenerte tal cual sos, con tus admirables virtudes y tus crueles defectos.
En este momento creo no volver a creer.